En el aire
Después de empezar a escribir mi novela MUE se me ocurrió otra novela corta. Escribí el primer capítulo, llamado “Infancia”. Y no volví a escribir nada más en todos estos años. Repasando mis relatos cortos para esta recopilación apareció este primer capítulo y tras reflexionar sobre su contenido, me di cuenta que en realidad no tenía material suficiente para escribir dicha novela. Sí que tenía ideas para un capítulo más pero a partir de ahí tendría que forzarme a imaginar la continuación. Teniendo mil otras ideas que brotan solas para otras novelas me parece absurdo y contraproducente forzarme a crearla. Así que he decidido escribir este segundo capítulo, Primer Vuelo, como colofón y final de esta novela corta reconvertida en relato corto. Quizás algún día la retome, nunca se sabe.
PRIMER VUELO
Karoel caminó con paso firme por el suelo del atmosfepuerto mientras se ajustaba el casco de piloto de reactor. A sus 19 años efectuaría su primer vuelo en solitario. Estaba orgulloso de sí mismo.
El reactor rojo con bandas amarillas número 7 estaba siendo preparado por los técnicos, comprobando la estructura, rellenándolo de combustible y certificando su idoneidad.
Se introdujo en la cabina mientras los técnicos le aseguraban los cinturones y las conexiones electrónicas y la del suministro de oxígeno. Pudo ver a través del cristal de la carlinga que tanto su instructor como su padre se encontraban en la torre de observación. Sintió una cierta aprensión a fallar en su primer vuelo.
El despegue había sido todo un éxito y el reactor se movía con suavidad. La meteorología del día era excelente y la visibilidad máxima. El instructor de vuelo esperó unos minutos antes de ordenarle los primeros ejercicios.
- Karoel – dijo suavemente – maniobra con suavidad el reactor y dirígete hacía la cadena de sustentación del complejo habitacional Pal-5.
Karoel sabía que se encontraban en el complejo habitacional Pal-2. Podría haber trazado una ruta sencilla dejando atrás un par de complejos antes de alcanzarlo pero decidió arriesgar más y trazó una ruta directa hacia el Pal-5. A pesar de la visibilidad espectacular que había hoy apenas se distinguía, pero merecería la pena intentarlo y obtener una mejor calificación. Se comunicó con el ordenador de abordo y trianguló rápidamente la posición del complejo, entre los 6 existentes. Marcó el rumbo pero decidió no encender el piloto automático a pesar de lo largo y aburrido que sería el trayecto. Aceleró hasta alcanzar casi la velocidad máxima. Miró hacia atrás y vio en todo su esplendor su propio complejo habitacional. Era inmenso, con una capacidad para 250.000 seres, suspendido del cielo por una cadena de titanio-mercurio que terminaba en el complejo de sustentación de la colonia de supervivencia de la raza Marwasa, instalada en la atmósfera del planeta joviano 1 cuando su mundo se hizo inhabitable. Se creó una colonia de 6 complejos habitacionales dispuestos en las puntas de un hexágono, unidos a una ciclópea plataforma rellena del hidrógeno tan abundante en la atmósfera de este gigante gaseoso y que era el medio de sustentación de todos los complejos.
Diez minutos más tarde se encontraba a medio camino, admirando la plataforma de sustentación que se encontraba a muchísimos menamar de su posición cuando se precipitó sobre un rebaño de hidrotones. De haber tenido puesto el piloto automático no le hubiera dado tiempo a reaccionar y se hubiera estrellado. Pudo esquivarlos a tiempo descendiendo en picado, aunque no pudo evitar rasgar a uno en su caída. Afortunadamente no debió traspasar su capa de hidrocarburos y el ser, si es que estaba realmente vivo, sobreviviría.
Cuando se aproximó a la cadena del complejo habitacional Pal-5 no le hice falta pedir nuevas instrucciones. Habían colocado como ejercicio una pequeña manada de devoradores a lo largo de la cadena. Tendría que limpiarlos uno por uno. Se acercó lentamente hasta su posición y utilizó un gancho mecánico para atrapar a cada uno, despegarlos con suavidad para evitar dañar la estructura de la cadena y soltarlos otra vez en la atmósfera. Aunque de planteamiento sencillo, la tensión del delicado acercamiento con el reactor evitando dañar el complejo le hicieron sudar. Finalmente liberó al octavo devorador que se alejó flotando tranquilamente hacia las capas altas de la atmósfera.
- Excelente Karoel – Oyó decir al instructor - Aterriza en el atmosfepuerto para que descanses un poco y rellenen de combustible tu reactor para tu regreso.
Una vez que descendió del reactor y se quitó el casco un oficial le informó que su instructor le comunicaría el resultado de la prueba en la torre de observación. Una vez en ella, pudo oírle decir:
- Has superado la prueba con la máxima calificación, Karoel – dijo. El entusiasmo de su padre se coló por el micrófono – Si bien en condiciones normales lo preferible y seguro hubiera sido orientarse a través de cada uno de los complejos e ir haciendo una ruta correlativa, con estas condiciones extraordinarias tu opción de ruta directa era lo conveniente. Tu encuentro con los hidrotones no podría haber sido más providencial para una completa evaluación, superándola con destreza. Y la ejecución de la retirada de devoradores impecable. Tu padre puede estar orgulloso de ti. Ya eres un piloto de reactores.
Lo había conseguido, la ilusión de toda su vida y su sueño infantil hecho realidad. No sentía tanta felicidad desde que pasara las tardes en el complejo reparacional, observando la evolución de las nubes. Hoy volvería a aquel lugar.